Los nativos americanos fueron los primeros en usar esta planta de forma curativa. Éstos la aplicaban para el tratamiento de heridas, picaduras de insectos y hasta para la mordedura de serpiente. En forma interna, los nativos confeccionaban infusiones de equinácea para el dolor de estómago, resfriados, sarampión y gonorrea.
Luego, con la colonización, la equinácea fue llevada a Europa e incorporada en la lista de plantas medicinales.
A pesar que existen diferentes especies de equinácea, en la actualidad sólo tres son usados con fines medicinales: E. angustifolia, E. Paluda y E. purpurea, siendo esta última la más popular en Europa.
Propiedades Curativas de la Equinácea
La equinácea contiene glucósidos, polisacáridos y políacetilenos de gran importancia biológica que estimulan la producción de interferón, un elemento importante de la respuesta del organismo a las infecciones virales, como los resfriados y la gripe.
Además contiene ácido ascórbico (en las semillas), el ácido salicílico (en las hojas), mucílagos, parafma, alcaloides, pectina, fibra, taninos, lecitina, vitaminas del grupo B y minerales corno el calcio, aluminio, hierro y magnesio, entre otros.
La principal propiedad terapéutica de la equinácea consiste en fortalecer y proteger el sistema inmunitario al activar la formación de leucocitos e impidiendo que la infección vírica o bacteriana se desarrolle constituyendo así un eficaz remedio natural a la hora de prevenir y combatir la gripe, el resfriado, los problemas de garganta, bronquitis y sinusitis.
Igualmente, la equinácea resulta útil para:
- Estimular el apetito al incrementar las secreciones salivares.
- Reducir la inflamación de las lesiones en músculos y tendones.
- Combatir infecciones del aparato urinario, cistitis, de la vagina y del oído.
- Retrasar la aparición de brotes de herpes labial y herpes genital.
- Facilitar la recuperación del organismo después de haber sufrido una operación o una enfermedad.
- Facilitar la cicatrización de heridas, quemaduras, orzuelos, eccemas, acné, llagas o gingivitis.
Además, de ser un verdadero antibiótico natural, la equinácea se considera una planta adaptógena; es decir, que ayuda al cuerpo a recuperar el equilibrio y la salud de forma inteligente (a planta «sabe» dónde acudir en cada caso).
Modo de empleo
Remedio para fortalecer el sistema inmunológico: Hervir, durante 3 minutos, 1 cucharada de equinácea pulverizada en una taza de agua. Retirar del fuego, tapar y dejar refrescar. Tomar 1 taza en días alternos (Es decir, un día sí y otro no) por seis semanas.
Remedio para facilitar la cicatrización y evitar procesos infecciosos: Verter dos cucharadas de raíces de equinácea en una taza de agua que esté hirviendo. Tapar y dejar refrescar. Empapar un paño de algodón con esta infusión y aplicar sobre la piel.
Recomendaciones
- Evitar su uso en personas con hipersensibilidad a la equinácea o a otras especies de la misma familia botánica (compuestas).
- No exceder el tratamiento continuo con equinácea más de 8 semanas
- Evitar la asociación de equinécea con ciclosporina o con corticoides, porque en ambos casos la equinácea puede inhibir parcialmente el efecto inmunosupresor. También evitar la asociación con amiodarona, metotrexato, ketoconazol o esteroideos anabolizantes, por la posibilidad de que la equinácea pueda potenciar el daño hepático producido por estos fármacos.
- No usar durante el embarazo y la lactancia debido a la ausencia de datos que avalen su seguridad
- Usar con precaución en personas con diabetes, ya que la equinácea pueda producir en ellos una hipoglucemia.
Escrito en Plantas Curativas
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