Cada aroma tiene una «personalidad» distinta, una estructura química peculiar y extremadamente compleja, con unas propiedades curativas variadas que afectan al equilibrio psíquico y al fisiológico.
Cada dolencia del cuerpo puede encontrar alivio en un típo diferente de aceite aromático, así como cada estado emocional tiene su correspondencia en un olor específico.
Tanto si se acude a un terapeuta especializado como si se practica una aromaterapia casera es conveniente conocer las propiedades de cada aceite esencial para descubrir cuál es el que se adapta mejor a las propias necesidades.
Podemos señalar, en un breve repaso, que:
- El aceite de menta quita los mareos, alivia los dolores de cabeza y combate las palpitaciones del corazón.
- El aceite de jazmín es un tónico del útero y combate la frigidez y la impotencia, además de ser un antidepresivo y un afrodisíaco natural.
- El aceite de mandarina es antiséptico, sedante y calmante para las dolencias digestivas.
- El de eucalipto levanta el ánimo y tiene una potente acción descongestiva, antiviral y bactericida.
- El aceite de geranio favorece el equilibrio natural de las hormonas, por lo que es de gran ayuda en los trastornos de la menopausia y en las molestias menstruales. También resulta útil en afecciones de la piel como quemaduras, úlceras e inflamaciones.
- El aceite de ciprés ejerce un efecto refrescante, reanimador y regenerador; calma la irritabilidad y la impaciencia y alivia los problemas circulatorios.
Hay que tener en cuenta que con los bebés y niños pequeños sólo deben emplearse aceites muy suaves, aptos para ellos. Durante el embarazo sólo se consideran seguros ciertos aceites, y las personas asmáticas deben consultar con un profesional antes de practicar la aromaterapia.
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